Mujer alquímica

Mi nombre es Lourdes de la Red Laso y pongo mis dos apellidos porque sé que ambos, tanto madre y padre, se merecen que reconozca mi herencia. Como persona voy conociéndome cada día un poquito más, como mujer sigo explorando cada rincón, como alma busco una mayor conexión.

Una descripción más mundana es que estoy Diplomada en Educación Social y que laboralmente llevo veinte años ejerciendo como Entrenadora Multidisciplinar en centros deportivos. Mi labor es muy gratificante, adoro compartir lo que aprendo y sobre todo guiar a otros a conseguir aquello que creen imposible. Soy muy inquieta y necesito aprender cosas nuevas continuamente, así que en estos años me he formado en todo tipo de actividades deportivas que se ofrecen en estos centros. Palabras como Fitness, Entrenamiento Personal, Ciclo Indoor, Aerobic y Step, Cardiobox, Zumba, Fitball,…aparecen en mi curriculum, un sin fin de nombres que si no has pisado nunca un centro deportivo te sonarán a chino.

De todo lo aprendido y que tengo el placer de compartir reconozco que mi triáda fundamental está enfocada en: Pilates, Danza Oriental y finalmente el Yoga. El control corporal del Pilates, el poder de la danza y música oriental junto a la filosofía  yóguica forman mi triángulo de desarrollo personal. El pilates que representa el pilar del control y la estructura, la danza oriental con su música que me conectan con el pilar de la creatividad y las emociones y el yoga que me permite equilibrarme y favorece la conexión con mi esencia, mi alma.

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El cuadrado, es decir la estabilidad y equilibrio lo obtengo al añadir la palabra inglesa que tanto se escucha en nuestros tiempos «coaching» y que a mi entender consiste en utilizar previamente el método socrático y bajarlo al plano físico realizando acciones que produzcan cambios y faciliten lograr objetivos planteados. Creo en la importancia de entrenar desarrollar y dedicar tiempo a un espacio de reflexión y de ruptura con los paradigmas mentales establecidos y que me ofrezcan nuevas ópticas sobre el mundo y sobre mi misma.

Finalmente, fusionando todo ello accedo al círculo, la forma perfecta sin principio ni fin.  La aceptación del cambio como única realidad de la vida, con el ciclo continuo de la rueda de la transformación. Y en este camino es donde me encuentro, dentro de estas tres figuras como el hombre/mujer de vitrubio y su quintaesencia.

Cuerpo-Mente-Alma
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